Fidel Gómez Vitoria, 18/octubre/1.999
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- Otra vez el Abuelo. Cuando el partido estaba turbio, salió Salinas y se hizo la luz. El solito ha hecho tres goles que han valido seis puntos. A lo mejor estos goles no son los de más relumbrón de la historia de Julito, pero seguro que son los más valiosos. Son la vida para un equipo que no sabe cómo resolver.
- Y es que hoy, contra nueve, el Glorioso ha mostrado la imagen de impotencia más penosa de lo que va de temporada. En contraste con una nueva primera parte para la esperanza. Misterios del fútbol, contra once el equipo juega rápido, creo ocasiones, tira a puerta. Contra nueve, mata el ritmo del partido, aburre a las ovejas, no tira a gol.
- ¡Si es que hasta pedimos la hora! Lo del Celta fue memorable. Dos expulsiones hacia el descanso, orden atrás, un tío delante reteniendo a cuatro -McCarthy no se ha visto, seguro, en otra igual- y, en los últimos minutos, atacando, buscando el barullo e intentando rascar un punto ante un Mendizorrotza atónito ante la demostración de impotencia de los albiazules y la de desparpajo de los celtiñas. Para más épica, los cientos de aficionados celestes terminaron animando a los suyos y salieron cantando la Rianxeira. Memorable.
- Y lo nuestro, ramplón. Contra nueve, el equipo se dedicó a jugar al balonmano, pasando la pelota de un lado a otro, sin apenas tirar a puerta, ante un nueve tíos bien plantados, poniéndoselo fácil -que no corran, que es peor- para descrédito de un equipo que es capaz de cambiar por arte de no se sabe muy bien qué o quién su vis guerrera y futbolera de los primeros cuarenta y cinco minutos por la mezquina y cicatera de una segunda mitad negra. Si llegan a haber empatado los de Víctor Fernández hubiese ardido Troya.
- Porque la primera parte fue buena. Excelente, incluso. El equipo tuvo sus ocasiones, pisó las bandas -Morales y Josete demostraron que pueden tener sitio y se lo pusieron difícil a Contra y Torres Mestre- hubo ocasiones -Magno, Pablo- y supo resolver los peligros ajenos y también los propios -una cesión de Ribera fue la mejor ocasión del Celta. Con Desio en vías de recuperación, Pablo activo, Astudillo en su sitio... parecíamos un buen equipo de Primera.
- Dos goles anulados -uno de ellos muy dudoso, de Magno- supusieron el balance final, pobre cara al marcador, pero rico cara a la galería, de una primera parte que estuvo en la línea de mejora que el equipo parecía marcar en los últimos choques.
- En esto llegó Megía Dávila -otro elemento de esta Liga de los Satélites que pulula por los campos de la Liga de las Estrellas- y se propuso facilitar el curro a los albiazules, quizás arrepentido por los goles anulados y algo acojonado por la presión más fuerte hecha por la grada de Mendi en años. Hay que ser capullo -con perdón- para expulsar al capitán del Celta por doble amonestación cuando el hombre se dirigió a hablar con él en maneras cualquier cosa menos insultantes...
- En fin, que sacamos los tres puntos con pelos en la gatera, pero el mes que viene nadie nos acordaremos de eso. El equipo se aleja de la cola, ha roto la mala racha de resultados, marca goles... que siga así.
- Y que los espectadores podamos verlo, que cada vez es más difícil. Hoy nos hemos encontrado con unas nuevas vallas publicitarias en el pasillo de preferencia que nos han fastidiado la visión a una treintena de abonados. Supongo que será una medida para crear imagen de club en la ciudad, y que es una decisión de las que toma el club y que se puede equivocar, y que estamos en una sociedad anónima y si no ponemos vallas no llegamos a final de mes. Pero de ahí a que nos jodan la visión a los abonados media un abismo. Esto no es poner los viajes a Zaragoza 1.300 pelas más caro que lo que lo ponen las peñas -¡joder con el Club de Viajes!- esto es hacer la puñeta a los abonados, que estuvimos aquí cuando el equipo estaba hundido y que seguiremos estándolo cuando los que ahora se forran se hayan ido. Espero que rectifiquen y que cambien las vallas -publicidad de El Correo- a otro sitio. ¡Que ya son ganas de molestar!
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