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Notas tras el Getafe-Glorioso: El placer de las pequeñas cosas

30/9/2003 - 16:26 - Enviada por fidel
Acaba septiembre, llevamos cinco partidos y el equipo sigue haciendo dudar. No llega ese partido redondo, esa victoria clara que nos termine de convencer de que este Alavés es el gran equipo que se va a salir en la tabla. La escuadra de Mel se nos ha mostrado con sus defectos -todavía muchos- y sus virtudes -alguna va habiendo- y ya es, querámoslo o no, nuestro equipo. Y, tras un mes tortuoso, sigo pensando que merece crédito.

Vamos a tener que acostumbrarnos con este Alavés a disfrutar de las pequeñas cosas. Como, por ejemplo, verle ganar en casa. O verle aguantar dos jornadas con la portería a cero. U observar cómo es posible cambiar de esquema de juego durante un partido. O ver cómo se utiliza una plantilla con profundidad... Pequeños placeres futbolísticos que ya nos va ofeciendo este Glorioso, y que paladearemos a nada que nos enjuguemos el mal gusto de una época de sabores fuertes, de contrastes con final infeliz.

Mirándolo bien, este Alavés que empató el domingo en Getafe empieza a conseguir cosas. Si aceptamos el viejo aforismo futbolístico de que los equipos se arman de atrás hacia adelante, el que se haya mantenido la portería a cero durante dos partidos es síntoma de que algunas pieza empiezan a encajar. Bien es verdad que a costa de que Mel haya tenido que abjurar de su 4-4-2 para colocar tres centrales. Pero, ¿y qué? ¿Valen más las convicciones de un entrenador que las necesidades del equipo? El Alavés ascendió con tres centrales, y llegó a Dortmund con solo dos. En cada momento, lo más adecuado. Eso sí, el problema de la defensa no está del todo resuelto. Ya no nos pillan a la contra, pero nos crean problemas a balón parado. En el intento estamos descubriendo a un gran Trotta y a un prometedor Ochoa.

¿Que tenemos problemas de creación? Claro, y cuándo no. Este Alavés y el que no ganó la liga por no llegar a creerse que podía hacerlo tiene dos cosas en común: Su promedio de puntos obtenidos por gol marcado es altísimo. Hoy por hoy, el Alavés consigue 1,75 puntos por gol; solo el Numancia, con 2,33 puntos por gol, rentabiliza más sus tantos. Y empata poco, y fuera, algo que en un torneo con casi la mitad de partidos terminados en tablas, asegura una buena posición al equipo que hace bien los deberes en casa y, de vez en cuando, araña fuera. Es pronto para proyectar esta estadísticas, pero, a falta de otras certezas, es bonito comprobar que este Alavés que tantas críticas suscita y aquél que maravilló a todo el mundo por sus hazañas en la Liga se parecen en más de lo que parece.

Cara al futuro inmediato queda por ver cómo va a solucionar Mel el asunto de hacer llegar la pelota arriba. Los interiores, jugando con tres centrales, han de ser gente con recorrido, y no se si Galván y Sietes están para esa misión. En la posición de enganche, Astudillo no está para muchos trotes, y Kiko parece hacer más daño arriba. En el puesto de medio centro, a Pablo lo tienen calado los rivales y parece que Turiel es quien tiene más claro lo de la verticalidad. Muchas variables que combinar para lograr una solución que se muestra esquiva. Delante, parece que las ganas de jugar de los más baratos va a terminar dejando a los más caros, pero en apariencia menos motivados, en el banco. Que así sea, pero que los deseados marque goles, aunque sea de vez en cuando.

En definitiva, que este Alavés al que tan poco se le está regalando -parece que hay todavía mucho nostálgico entre la grey albiazul- sigue avanzando, continúa pasándolo mal para sacar los partidos y para cada solución que consigue le surge un problema nuevo. Pero, pese a todo, el equipo acaba septiembre séptimo, a dos puntos del ascenso, eso que tanto le subrayaron a Mel cuando lo dijo, y que ha sido cierto siete días después, para disgusto de quienes tenían ya el arcabuz cargado con las voluntaristas palabras del técnico para soltárselas en su cara cuando en vez de dos fuesen dos y medio los puntos de distancia con el objetivo. No tenemos equipo, pero no hemos roto nada aún. Hay que seguir confiando y, mientras tanto, disfrutar de las pequeñas cosas que va consiguiendo este Glorioso nuestro.