Fidel Gómez
29-1-2001
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- ¡Por fin! Cuatro derrotas consecutivas son mala cosa. Nervios, apuros, urgencias, nada sale, el contrario se crece, y todo corre cuesta abajo. Un círculo vicioso que había que romper con una victoria. Y ese bálsamo llegó ayer. En un partido casi infame, en un encuentro casi desastroso, en un choque casi decepcionante. La diferencia con la pasada semana, el generador de casis, el atenuador de impactos, una vez más, un gol de Javinho. El Alavés necesitaba ganar y lo hizo como solía, como un equipo cabrón, que diría Desio, como un equipo que no enamora por su juego, que deja al rival mandar y vive al borde del descalabro durante bastantes minutos, pero que no se arruga y que saca peligro de donde no lo hay y marca goles difíciles pero que valen, y matan la moral del contrario. Ganar casi por lo criminal.
- La victoria ayer lo tapó todo. Era el objetivo máximo, el salvoconducto a la normalidad. Se logró, aunque a cambio de un precio elevado. El equipo se queda en cuadro. Con Tomic fuera de convocatoria por gastroenteritis, con Javinho y Téllez fuera de combate por tarjetas. Karmona lesionado, lo mismo que Benito, la alternativa en el filial. El equipo irá a vérselas con Palermo, Craioveanu y Víctor con un solo central oficial. Pero esas consecuencias son cosa menor. Lo importante era ganar para seguir vivos en la liga, lo demás era accesorio.
- Fue un día de dudas. Dudas tácticas, con un esquema previsto, el de tres centrales, que duró un cuarto de hora ante la escasa presencia ofensiva -en teoría- de la UD Las Palmas, y la consiguiente superpoblación de la medular canaria. Vacilaciones de algunos jugadores -Herrera, Téllez, Geli...- en algunos lances que tuvieron su peligro y pudieron llevar al equipo medio groggy al descanso. Más dudas, en la grada, que no sabía si acordarse del padre o de la madre de un Rodríguez Santiago estúpidamente halcón en un partido en el que no se sabé qué valentía ciega quería demostar. Entre todas las dudas surgió, por fortuna para todos, la cabeza de Javi Moreno, y puso la certeza de los tres puntos en el casillero local. Tila pura.
- Y el equipo se marcha de concentración para Valencia. Con la hemorragia cortada, con tiempo para restañar las heridas que va dejando una liga dura, para oxigenarse y tomar fuerzas para afrontar un mes de febrero ilusionante y un mes de marzo que puede ser decisivo para conseguir la salvación. Se va el equipo y se lleva algunos problemas consigo, que pueden solucionarse pronto o nunca: una plantilla exageradamente corta que puede ampliarse con Azkoitia y con algún fichaje sorpresa de última hora, un niño de diecisiete tacos que ojalá llegue a ser estrella albiazul pero que lo mismo puede acabar dentro de unas semanas en Buenos Aires compuesto y sin transfer. Por cierto, si el jugador no es aún alavesista a efectos federativos, ¿puede entrenar con el equipo? ¿No nos estaremos metiendo en algún lío gordo con este chaval? Ojalá no.
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